En la historia del deporte peruano, pocos nombres resuenan con tanto respeto y admiración como el de Alejandro Olmedo Rodríguez. Conocido mundialmente como “The Peruvian Jaguar”, Olmedo no solo fue un prodigio del tenis, sino también un símbolo de talento, disciplina y superación. Nacido en Arequipa, Perú, el 24 de marzo de 1936, su carrera lo llevó a los más altos niveles del tenis internacional, marcando una época en la que pocos latinoamericanos lograban abrirse paso en un deporte dominado por europeos y estadounidenses.
De Arequipa al mundo
La infancia de Olmedo transcurrió en un ambiente modesto en el sur del Perú. Desde pequeño mostró una inclinación natural por el deporte y una agilidad que lo distinguía. Su primer contacto con el tenis se dio cuando trabajaba como recogepelotas en el Club Internacional de Arequipa. Observando a los socios jugar, imitaba sus movimientos y, en poco tiempo, comenzó a destacar por su estilo elegante y su precisión con la raqueta.
El talento de Olmedo no pasó desapercibido. Gracias a su habilidad innata, fue descubierto por personas vinculadas al mundo del tenis que vieron en él un potencial extraordinario. Con apenas 18 años, viajó a Estados Unidos para estudiar y continuar su formación deportiva en la University of Southern California (USC), una de las universidades más prestigiosas del país en el ámbito deportivo. Allí perfeccionó su técnica, mejoró su condición física y empezó a competir en torneos universitarios, donde rápidamente se convirtió en una figura dominante.
El salto a la élite: Wimbledon y el US Open
El talento de Alejandro Olmedo pronto lo llevó a competir en los torneos más importantes del mundo. Su estilo de juego, caracterizado por una mezcla de potencia, velocidad y precisión, cautivó a los espectadores. En una época donde el tenis latinoamericano tenía escasa representación, Olmedo se convirtió en un referente.
Su consagración llegó en 1959, un año que marcó un antes y un después en su carrera. Aquel año, Olmedo alcanzó la final de Wimbledon, el torneo más prestigioso del mundo, donde cayó frente al australiano Alex Olmedo (sin relación familiar). Sin embargo, su actuación fue extraordinaria y lo consolidó entre los mejores tenistas del planeta.
Ese mismo año, se consagró campeón del U.S. National Championships, torneo que más tarde sería conocido como el U.S. Open, al vencer al australiano Neale Fraser en cuatro sets (6–1, 6–2, 3–6, 6–3). Con esa victoria, Olmedo se convirtió en el primer peruano y uno de los primeros latinoamericanos en ganar un título de Grand Slam, una hazaña histórica que colocó al Perú en el mapa del tenis mundial.
El controvertido caso de la Copa Davis
Quizás uno de los capítulos más curiosos y debatidos en la carrera de Olmedo fue su participación en la Copa Davis de 1958 y 1959. Aunque era peruano, representó a los Estados Unidos, país donde residía y donde había desarrollado la mayor parte de su carrera universitaria.
El capitán del equipo estadounidense, Perry Jones, lo convocó para integrar el equipo en 1958. Su inclusión generó cierta polémica, ya que Olmedo no era ciudadano estadounidense. Sin embargo, al cumplir con los requisitos de residencia, fue habilitado para competir.
Olmedo no defraudó: en 1958, ayudó a Estados Unidos a conquistar la Copa Davis al vencer en la final al poderoso equipo australiano. Su actuación fue determinante y recibió elogios por su temple y calidad técnica. En reconocimiento a su desempeño, la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA) lo declaró “Jugador del Año”, y los medios norteamericanos lo apodaron “El Jaguar Peruano”.
A pesar de su éxito, Olmedo nunca renunció a su identidad peruana. Siempre se consideró un representante de su país natal, y su historia fue motivo de orgullo para todo el Perú.
Estilo de juego y personalidad
Alejandro Olmedo era un jugador completo. Su servicio era potente y preciso, su volea, una de las más refinadas de su tiempo, y su juego en la red, casi impecable. Tenía una lectura del juego excepcional, lo que le permitía anticiparse a los movimientos de sus rivales y dominar el ritmo del partido.
Fuera de la cancha, Olmedo era conocido por su elegancia, modestia y caballerosidad. Mantenía una actitud tranquila y respetuosa, incluso en los momentos más intensos de competencia. Su disciplina y ética de trabajo fueron claves para alcanzar la cima en un deporte tan exigente.
Reconocimientos y legado
El impacto de Alejandro Olmedo trascendió los resultados deportivos. Su figura inspiró a generaciones enteras de tenistas peruanos y latinoamericanos. En 1987, su trayectoria fue reconocida al ser incluido en el International Tennis Hall of Fame, el máximo honor que puede recibir un jugador de tenis profesional. Este reconocimiento lo coloca junto a leyendas como Rod Laver, Björn Borg y Rafael Nadal.
Aunque después de su retiro no tuvo una exposición mediática tan grande como otras figuras, Olmedo se dedicó a enseñar tenis en Estados Unidos, transmitiendo su conocimiento y pasión por el deporte a las nuevas generaciones. Su vida estuvo marcada por la discreción, pero siempre mantuvo el respeto y admiración de la comunidad tenística mundial.
Un símbolo del deporte peruano
En el Perú, el nombre de Alejandro Olmedo está asociado a la excelencia deportiva. Fue el primer peruano en conquistar un título de Grand Slam y uno de los pocos en llegar a una final de Wimbledon. En una época sin grandes recursos ni apoyos institucionales, su éxito fue fruto del talento y la perseverancia individual.
Olmedo abrió el camino para que otros tenistas peruanos soñaran con llegar lejos. Figuras como Jaime Yzaga, Pablo Arraya y, más recientemente, Juan Pablo Varillas, han reconocido su influencia e inspiración.
Fallecimiento y memoria
Alejandro Olmedo falleció el 9 de diciembre de 2020, a los 84 años, en Los Ángeles, California. Su partida fue sentida en todo el mundo del tenis, especialmente en el Perú, donde fue recordado como un ícono nacional. La Federación Peruana de Tenis y varios medios internacionales rindieron homenaje a su legado, destacando su papel como pionero del tenis latinoamericano.